jueves, 4 de junio de 2009

Circulacion: Enfermedades y prevencion

Enfermedades del Aparato Circulatorio
1 Fiebre reumática aguda
2 Cardiopatías reumáticas crónicas
3 Enfermedades hipertensivas
6 Enfermedades cardíacas isquémicas
7 Enfermedad cardíaca pulmonar y enfermedades de la circulación pulmonar
8 Otras formas de cardiopatía
9 Enfermedades cerebrovasculares
10 Enfermedades de arterias, arteriolas y capilares
11 Enfermedades de vena, vasos linfáticos y nodos linfáticos, no clasificadas en otra parte
12 Otros trastornos del sistema circulatorio y trastornos sin especificar

Los problemas circulatorios y del corazón se agrupan en dos categorías: congénitos, lo que significa que el problema estaba presente en el momento del nacimiento, y adquiridos, lo que significa que los problemas se desarrollaron en algún momento de la infancia, la niñez, la adolescencia o la vida adulta.

Los defectos congénitos. Los defectos congénitos del corazón son anomalías en la estructura del corazón que están presentes en el momento del nacimiento. Aproximadamente ocho de cada 1.000 recién nacidos presentan defectos congénitos del corazón que van de leves a severos. Los defectos congénitos del corazón se presentan durante el desarrollo del feto en el útero materno y, generalmente, no se sabe por qué surgen. Algunos defectos congénitos del corazón, si bien no la mayoría, son provocados por alteraciones genéticas. Sin embargo, lo que todos los defectos cardíacos congénitos tienen en común es que implican un desarrollo anormal o incompleto del corazón.

Una señal común de un defecto congénito del corazón es un soplo del corazón. Un soplo del corazón es un sonido anormal (como el sonido de un soplido o silbido) que se detecta al escuchar el corazón. Generalmente, los doctores detectan los soplos del corazón cuando escuchan el corazón con un estetoscopio durante un examen de rutina. Los soplos son muy comunes en los niños y pueden ser provocados por defectos cardíacos congénitos o por otros problemas del corazón.

Los siguientes son defectos cardíacos adquiridos:

Arritmia. Las arritmias cardíacas, también denominadas "disritmias", son anomalías en el ritmo del corazón. Las arritmias pueden ser causadas por un defecto congénito del corazón o pueden ser adquiridas después. Una arritmia puede hacer que el ritmo del corazón sea irregular, anormalmente rápido o anormalmente lento. Las arritmias pueden presentarse a cualquier edad y se pueden descubrir durante un examen físico de rutina. Dependiendo del tipo de desorden del ritmo que tenga una persona, las arritmias se tratan con medicación, cirugía o marcapasos.

Cardiomiopatía. La cardiomiopatía es una enfermedad crónica que debilita el músculo cardíaco (el miocardio). Generalmente, esta enfermedad afecta primero las cavidades inferiores del corazón, los ventrículos, y después progresa y daña las células del músculo e incluso los tejidos que rodean el corazón. En sus manifestaciones más severas, esta enfermedad puede provocar un paro cardíaco e incluso la muerte. La cardiomiopatía es la principal causa de trasplantes de corazón en niños.

Enfermedad arteriocoronaria. La afección cardíaca más común en los adultos, la enfermedad arteriocoronaria, es provocada por la arterosclerosis. En las paredes internas de las arterias coronarias (los vasos sanguíneos que proveen al corazón), se forman depósitos de grasa, calcio y células muertas, denominadas "placas arteroscleróticas", que interfieren con el flujo sanguíneo normal. El flujo sanguíneo al músculo cardíaco puede llegar a detenerse si se forma un trombo, o coágulo, en un vaso coronario, lo cual puede provocar un ataque cardíaco. En un ataque cardíaco (también conocido como infarto de miocardio), el corazón sufre un daño por la falta de oxígeno, y a menos que el flujo de sangre se reanude en minutos, el daño al músculo aumenta y la capacidad del corazón de bombear sangre puede verse comprometida. Si el coágulo se puede disolver en unas pocas horas, se puede reducir el daño al corazón. Los ataques al corazón no son frecuentes en niños y adolescentes.

Hiperlipidemia/hipercolesterolemia (colesterol elevado). El colesterol es una sustancia cerosa que se encuentra en las células del cuerpo, en la sangre y en algunos alimentos. El exceso de colesterol en la sangre, también conocido como "hipercolesterolemia" o "hiperlipidemia", es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades del corazón y puede llevar a un ataque cardíaco.

El colesterol se transporta en el flujo sanguíneo por medio de las lipoproteínas. Los tipos más importantes de lipoproteínas son: las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y las lipoproteínas de alta densidad (HDL). Los altos niveles de colesterol LDL (colesterol malo) aumentan el riesgo de que una persona sufra una enfermedad coronaria y un derrame cerebral, mientras que los niveles elevados de colesterol HDL (colesterol bueno) sirven de protección para estos mismos riesgos.

Un análisis de sangre puede indicar si el colesterol de una persona es demasiado elevado. El nivel de colesterol de un niño es normal si se encuentra entre 170 y 199 mg/dL y se considera elevado si supera los 200 mg/dL.

Aproximadamente el 10% de los adolescentes de entre 12 y 19 años tienen niveles elevados de colesterol que los ponen en mayor riesgo de adquirir una enfermedad cardiovascular.

Hipertensión (presión sanguínea elevada). La hipertensión ocurre cuando la presión sanguínea de una persona es significativamente superior al nivel normal. Con el tiempo, puede provocar daños al corazón y las arterias, así como a otros órganos del cuerpo. Los síntomas de la hipertensión incluyen dolores de cabeza, sangrado de la nariz, mareos y náuseas. Los infantes, niños y adolescentes pueden tener presión sanguínea elevada, que puede ser causada por factores genéticos, por el exceso de peso, la dieta, la falta de ejercicio y las enfermedades del corazón o los riñones.

Enfermedad de Kawasaki. La enfermedad de Kawasaki (también conocida como síndrome mucocutáneo ganglionar) afecta las membranas de la mucosa (el recubrimiento de la boca y los pasajes respiratorios), la piel y los ganglios (parte del sistema inmunológico). La enfermedad de Kawasaki también puede provocar vasculitis, que es una inflamación de los vasos sanguíneos. Esto puede afectar a todas las arterias principales del cuerpo; incluyendo las arterias coronarias, que suministran sangre al corazón. También puede provocar una inflamación del músculo cardíaco, una afección denominada miocarditis. Cuando las arterias coronarias se inflaman, un niño puede desarrollar aneurismas, que son zonas debilitadas e hinchadas en las paredes de las arterias. Esto aumenta el riesgo de formación de un coágulo sanguíneo en esta zona debilitada, que puede bloquear la arteria, y posiblemente provocar un ataque al corazón. Además de las arterias coronarias, se puede inflamar el músculo cardíaco, el revestimiento, las válvulas y la membrana externa que rodea el corazón. Pueden presentarse arritmias (cambios en el patrón normal de los latidos) o causar el funcionamiento anormal de algunas válvulas del corazón. En los Estados Unidos, la enfermedad de Kawasaki ha superado la fiebre reumática como la causa principal de enfermedad coronaria adquirida en los niños.

Enfermedad cardíaca reumática. Por lo general, la fiebre reumática, consecuencia de una faringitis estreptocócica no tratada, puede provocar un daño permanente al corazón, e incluso la muerte. Es más común en niños de entre 5 y 15 años, y se inicia cuando los anticuerpos que el cuerpo produce para luchar contra la infección por estreptococos comienzan a atacar otras partes del cuerpo. Los anticuerpos reaccionan frente a los tejidos de las válvulas del corazón como si se tratara de bacterias estreptocócicas y hacen que las válvulas cardíacas se ensanchen y formen cicatrices. También se puede inflamar o debilitar el músculo cardíaco. Por lo general, cuando la faringitis estreptocócica se trata rápidamente con antibióticos, se puede evitar esta complicación.

Derrame cerebral. Los derrames cerebrales ocurren cuando se interrumpe el suministro de sangre al cerebro o cuando un vaso sanguíneo del cerebro se rompe y derrama sangre en una zona del cerebro, provocando daños en las células del cerebro. Los niños y los infantes que tienen un derrame cerebral pueden sentirse repentinamente débiles o adormecidos, en especial en un lado del cuerpo, y pueden sentir un repentino y fuerte dolor de cabeza, náuseas o vómitos, así como dificultad para ver, hablar, caminar o moverse. Durante la niñez, los derrames son poco comunes.

Hacer mucho ejercicio, tener una dieta nutritiva, mantener un peso saludable y hacerse exámenes médicos en forma regular es la mejor manera de ayudar a mantener un corazón saludable y de evitar problemas a largo plazo, como la presión sanguínea elevada, el colesterol elevado y las enfermedades cardíacas.


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